Arte: imaginar y construir

Respecto al arte vivimos en un contexto social complejo en el que adivinamos tendencias antagónicas. Por un lado, una cultura fragmentada, atomizada en grados y niveles estancos, donde el arte sólo es entendible a través de la mediación de un experto, en un escenario donde sólo existe una comunicación unidireccional, con una audiencia sumisa, intimidada y consciente de su falta de conocimiento. Concepción que obliga a una relación con la cultura estrictamente de contemplación, intelectualizada, alejada de un público mayoritario, reducido a una audiencia con formación previa, no al alcance de todos. (Se puede establecer un paralelismo, con la gran institución socializadora y cultural que es la escuela, en su vertiente de fragmentación, descontextualización y sacralización de la cultura.)

Por otro lado, advertimos la aparición de un nuevo escenario, cambiante, dinámico, desconocido, construido a partir de una democratización de las nuevas tecnologías, que permiten una construcción de la cultura desde una participación más horizontal y democrática, donde el mensaje, unidireccional, jerarquizado, uniforme, sesgado, ya no es el único mensaje que existe. También se manifiestan una multiplicidad de mensajes, personalizados, que expresan más voces que la del grupo dominante. La realidad y el contexto histórico se edifica a partir de distintas visiones y concepciones. El discurso que fabrican los medios de comunicación, comparte lugar con otras muchas realidades construidas por diferentes voces.

Esta tendencia marca un recorrido inteligente en un panorama donde el paradigma educacional no deja de ser limitado, donde las instituciones de aprendizaje, preocupadas por reproducir una cultura que nunca ha demostrado una vertiente ética, enseñan para satisfacer unas necesidades técnicas y económicas nacionales, que en definitiva, es la preocupación del grupo dominante. Es preciso por ello, otorgar espacios donde se aprenda a imaginar, a expresar las relaciones entre lo que oprime y se desea, a tomar conciencia del entorno carencial que limita para poder trascenderlo. Enfrentarse al determinismo con dos planteamientos: imaginando y construyendo.

Imaginar es atreverse a pensar que las cosas pueden ser de otro modo, ver más allá de lo que quien imagina ha llamado hasta entonces normal y darse cuenta de que el mundo que se percibe desde un lugar concreto es un mapa y no el territorio. Hace falta romper con la inercia y aventurarse en lo desconocido. El hecho de imaginar cosas que puedan ser de otro modo es dar el primer paso para actuar guiados por la creencia de que las cosas pueden cambiarse. Es vivir, valorar y elegir. La imaginación permite experimentar una empatía con puntos de vista diferentes, incluso incompatibles con nuestros intereses.

Allí donde las personas no imaginaron un estado mejor de las cosas y las presiones se percibieron como inherentes a la humanidad se permaneció de forma anclada. Por ello, es preciso, para alcanzar la libertad, enfrentarnos y superar los obstáculos, las manipulaciones y las predicciones externas. Imaginar es vencer la condición de lo incompleto, es la búsqueda de una totalidad que nunca puede ser alcanzada.

En los contextos sociales carenciales la imaginación puede abrir ventanas a lo real y arrojar cierta luz. Se trata de establecer un camino de alternativas personales sin necesidad de perseguir el frustrante camino de alcanzar las metas que el grupo de referencia exige para poder formar parte del mismo.

El arte es quizás, el mejor instrumento para ejercitar la capacidad de hacer un uso poético de nuestra imaginación y hacer presentes mundos hipotéticos o representaciones de una realidad que se nos oculta  se nos escapa. Se trata de liberar la imaginación, de llegar a inventar como podría ser lo que todavía no es, pensando de manera inconforme, mirando hacia caminos no recorridos. El arte se sitúa al otro lado de la frontera de los significados unívocos, conformistas, reduccionistas, y confiere por tanto, una visión de libertad, ajena a un único discurso, de la realidad establecida. Es precisamente, que la obra adquiere su validez estética en función del número de perspectivas diferentes desde las que puede ser vista y comprendida.

Profundizar en un contexto artístico, crear un talento creativo y partícipe de la cultura contemporánea, es una respuesta actual necesaria para crear frente a consumir, para expresar frente a reprimir, para crecer, para aprender, para vivir más consciente y plenamente y construir el mundo que soñamos.

Carlos Moriano

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